Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

sábado, 22 de septiembre de 2012

La herencia de Carrillo

El martes pasado falleció Santiago Carrillo. Como bien dice Javier Parra, director el periódico digital larepública.es, "Se va un coherente "hombre de Estado", un buen antifascista, pero un mal camarada" coincido con la valoración de la figura histórica de Carrillo que Parra expone en su artículo. Desde el fallecimiento del que fue el Secretario General del PCE que más tiempo ostentó este honor he hecho varias valoraciones sobre la figura histórica y las consecuencias de su política. Por supuesto, desde el respeto a una persona fallecida, pero que por su indudable importancia política e histórica deja una herencia significativa en el Partido Comunista de España. En la misma noche en la que me entero de la muerte de Carrillo escribo en mi facebook el siguiente comentario:
"En una ocasión coincidí, yendo con Pedro Garcia Jimenez como Agrupación Universitaria del PCA a una reunión con la JCA, con Carrillo en el tren. Lo saludamos y le dijimos qué éramos del Partido.
Con Carrillo siempre, desde que tengo conciencia histórica y política, me ha ocurrido que es un personaje contradictorio. Siendo Secretario General del PCE -el que ocupó ese cargo durante más tiempo- llevó al PCE a ser "el Partido", y a ser la referencia de la oposición antifranquista. Sin embargo, él mismo conspiró contra todo lo que se consiguió en la clandestinidad, hasta dejar al PCE en una segunda clandestinidad. Hoy su herencia en el PCE está viva, hay conceptos políticos en la que fue su organización que son su testamento político.".

En el hilo que se generó en el enlace añadí después: 

"Desmovilizó al Partido en pos de un acuerdo que en la práctica (y a los hechos me remito) ha sido el mantenimiento en el poder de los mismos sectores que se beneficiaron del franquismo.
Hizo que el PCE cambiase su estructura organizativa (marxista-leninista) basada en la lucha de clases en los lugares de trabajo por otra territorial orientada a la contienda electoral, con un sistema electoral injusto. 


Realizó purgas dentro del Partido contra todo aquel que no le seguía en su senda reformista.
Abandonó la lucha por la República (19 años tardó el Partido en volver a declararse republicano) y hasta 30 años después no rompió con la Constitución monárquica."

Tenía pensado no escribir nada más, pero hoy me encuentro con una sopresa; el inicio del Fiesta de PCE con un acto sobre Carrillo y en la reseña que sobre el acto hace el diario Público (El PCE se reconcilia con Carrillo) hay una frase que es la que me ha animado a escribir esta entrada. La frase corresponde al historiador Juan Andrade, de la Universidad de Extremadura, el periódico reseña "Según Andrade, Carrillo acabó "seducido por la imagen construida por sus adversarios", la imagen de un hombre de Estado y pactista. Hasta el punto de que abusó de "gestos moderados". En línea con esta tesis, el eurocomunismo "fue una renuncia sublimada en estrategia retórica", un señuelo de marketing "que justificaba una política más pragmática".
Los resultados electorales de 1979 y 1982 condujeron al partido a la hecatombe y a la sangría interna. Andrade explicó que se debió a varias causas: primar la acción institucional sobre la acción social, la "falta de democracia interna" y el "dirigismo" que quería imponer Carrillo, el empeño en proyectar "una imagen de moderación" al exterior que terminó desgarrando al PCE, la negativa a "enriquecerse" de las aportaciones de intelectuales y la respuesta que se dio a la crisis económica de 1973-1979, suscribiendo los Pactos de la Moncloa y "cayendo en tentaciones socialdemócratas"."
Si ocultásemos el nombre de Carrillo, en más de un elemento que señala Andrade, bien podría definir lo que en Córdoba fue durante una década el llamado Rosismo;
  1. Primacía de la acción institucional sobre la acción social.
  2. El personalismo y falta de democracia interna.
  3. La hecatombe de la organización tras los resultados electorales.
  4. La moderación hacia el exterior.
  5. Las tentaciones socialdemócratas.
Si miramos al pasado nos encontramos las mismas características en lo que fue Nueva Izquierda. Tanto Carrillo, como Nueva Izquierda, como Rosa Aguilar desembocaron políticamente en el mar del PSOE, y ello no puede ser casualidad.El verdadero problema es que el carrillismo (tanto en algunas formulaciones políticas como sobre todo en actitudes) sobrevivió en la praxis política al propio liderazgo de Carrillo en el PCE. Y será un peligro constante siempre que el PCE no haga una reflexión seria, y sobre todo con medidas activas que eliminen la herencia vigente que el carrillismo introdujo en la Transición; y que en mi opinión pasan por dos elementos fundamentales; la relación del Partido con el Régimen surgido en la Transición (sobre la que hace unos meses ya escribí), o lo que es lo mismo la confianza en que las instituciones surgidas de los consensos de la Transición puedan facilitar y hacer viable una transformación socialista de la sociedad, en donde radica esa primacía de lo institucional; y la adecuación de las estructuras internas del Partido a una concepción en el que lo institucional-electoral sea lo prioritario y no la lucha de clases. Mientras estas dos cuestiones se mantengan el partido vivirá en el bucle que inauguró el carrillismo, y cada vez que nos obsesionemos con la institución subordinando todo lo demás estaremos en el camino de repetir el pasado.

También publicado en larepublica.es

sábado, 8 de septiembre de 2012

Disminución del número de parlamentarios: nuevo ataque a los de abajo ahora recortando democracia


Ayer surgió la noticia de que la presidenta de Castilla La Mancha propone reducir el número de diputados regionales y al mismo tiempo eliminar el sueldo a los parlamentarios, para que estos se puedan compatibilizarlo con la actividad profesional privada; y todo ello justificado porque "enraíza con un sentir popular".
Cospedal no hace sino imitar a su colega, compañera y vecina Esperanza Aguirre quien en junio pasado proponía reducir casi a la mitad el número de parlamentarios regionales, UPyD con anterioridad también planteó algo por el estilo y el alcalde de Getafe había propuesto la eliminación de sueldos a los parlamentarios, todo ello podéis leerlo en este enlace. Esta reducción se justifica en la idea de reducir el déficit público, y por otro lado en hacerse eco de las reivindicaciones de "la calle" (no he encontrado el video de Aguirre en el que así lo señalaba).
Parece ser, que de todo el programa de oposición que, hace ya más de un año, puso el 15M encima de la mesa, el PP sólo ha oído la crítica a los políticos, además en una fórmula consistente en reducir los órganos de representación de la soberanía, eso es del Pueblo.

¿Quién saldría perjudicado?, obviamente, en base al sistema electoral existente en España las fuerzas minoritarias (principalmente Izquierda Unida), con lo que el bipartidismo se acrecentaría, y por lo tanto la crítica básica, desde un plano político, del 15M, en vez de ser escuchada se vería ignorada y el problema aumentado.
Pero más allá de la ley electoral es un recorte a la democracia en contra de los intereses de los trabajadores y de las capas populares de la sociedad.
La reivindicación de que los cargos público tuviesen un sueldo es una reivindicación política del movimiento obrero, y es la otra cara del sufragio universal.
En Gran Bretaña, allá por las décadas de 1830 y 1840, surgió impulsado por el sindicalismo (Trade Unions) el llamado movimiento cartista, que en base firmas de apoyo a las llamada Carta del Pueblo (de ahí el nombre) dirigidas al gobierno británico pedían las siguientes cuestiones;

Como puede verse en el punto 4  se haya el que los cargos públicos recibiesen un sueldo. La razón es lógica; si el sufragio universal permite que los ciudadanos pudiesen votar, independientemente de su renta y no, como ocurría en ese momento, que sólo podían votar los que tenían cierta riqueza; es decir, solamente los burgueses. Obviamente el derecho a elegir tiene que ser complementado con el derecho a ser elegido. ¿Podría un obrero poder ser diputado si eso significaba no tener un sueldo con el que vivir? Obviamente no. Si una persona necesita vender su fuerza de trabajo a otra, y lo hace por 8, 12 o hasta 16 horas como el aquella época, no puede compatibilizarlo con la actividad pública institucional. Por eso el movimiento obrero exigía que se cobrase un sueldo.
Gracias a que se cobrase ese sueldo podemos tener a personas de las capas populares (albañiles, trabajadores fabriles, profesores, etc. -estas son las profesiones de algunos de los diputados comunistas en el Congreso por la provincia de Córdoba en los últimos lustros-) desempeñando tareas de representación política.
Si se aplica la norma que plantean las lideresas de la derecha, ¿podrían ser cargo público un trabajador tanto por cuenta ajena como propia? ¿Podría un trabajador de una empresa privada realizar esas funciones? ¿Aceptaría el empresario pagar él el hobby de su empleado? ¿Podría un autónomo compatibilizar las tareas de su trabajo con las funciones de un cargo público?
Sólo quedaría posible el ser elegible a aquellos que tuviesen fortuna propia para poder permitirse el lujo de dedicarse a una actividad sin remunerar. Aunque... queda otra opción. La de un diputado que en vez de recibir un sueldo público reciba suscripciones, donaciones de "filantropos" capitalistas para desarrollar su función pública, como en EEUU. Tanto en un caso como en otro, quedarían excluidos en la práctica cualquier discurso contrario al capitalismo en las instituciones. Habríamos pasado de la democracia a la plutocracia de facto.
¿Que los políticos reciban un sueldo de las instituciones puede crear una casta? Sí. ¿Que pueden crear políticos profesionales? Sí. Pero la salida no es menos de democracia representativa ni la plutocracia; la salida es más control popular de las actividad del cargo público que les representa; en definitiva más democracia.