Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

domingo, 28 de junio de 2015

Reflexiones sobre los últimos y próximos acontecimientos en Grecia

En los últimos y próximos días Grecia va a ser protagonista de las noticias, y lo que suceda en el país heleno marcará el futuro de Europa. Quiero pararme a reflexionar en algunos aspectos.


LIBERALISMO FRENTE A DEMOCRACIA


"Debemos responder al autoritarismo y dura austeridad, con democracia, de forma tranquila y decisiva" Alexis Tsipras; 27 de junio de 2015.
En el discurso, por el que convoca el referéndum sobre las políticas de austeridad de la Troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional)  hacia Grecia, el primer ministro griego Alexis Tsipras hace referencia al hecho de que Grecia es la cuna de la democracia; obviamente se trata de un recurso retórico, sobre la base de un mito histórico, y que sirve de un elemento patriótico sobre una de las grandes aportaciones griegas a la historia de la Humanidad. Sin embargo, el tema principal de todo el discurso es la contraposición entre las políticas de austeridad, emanada del centro del capitalismo mundial, y la democracia. Y es que, a pesar de que la propaganda anticomunista de la Guerra Fría vinculó democracia y capitalism, ambos son incompatibles desde la Revolución Francesa.
Mientras los feuillants, partidarios de la Constitución de 1791, defendían lo que después se llamó liberalismo; defensa de la libertad de mercado y del sufragio censitario, impidiendo a las capas populares el derecho al voto, reservando sólo para los ricos la participación en política. Siguieron a los feuillants, los girondinos frente a los jacobinos, defensores del derecho de voto universal, y en consecuencia de unas políticas sociales (derechos de existencia) que limitaba en la práctica la libertad de mercado (p.ej. ley de maximum). Depuestos y guillotinados los jacobinos, los siguientes en la familia liberal, los termidorianos, volvieron a limitar el sufragio a los propietarios, expulsando de la política a los trabajadores del momento. Ya entonces se plantea una triple contradicción; liberalismo versus democracia; Mercado versus derechos sociales; en definitiva, élite social frente a las capas populares trabajadoras.
A lo largo del siglo XIX tenemos una lucha constante entre unos liberales doctrinarios; defensores del sufragio censitario y de la libertad de mercado, y unos movimientos democrático-republicano y el obrero en defensa del sufragio universal, como vía para desarrollar políticas sociales o avanzar para el socialismo. Genial es la frase del (aún hoy) referente de la derecha española, Antonio Cánovas del Castillo, quien decía en 1890: 
   “Yo creo que el sufragio universal si es sincero, si da un verdadero voto en la gobernación del país a la muchedumbre, no solo indocta, que eso sería casi lo de menos, sino a la muchedumbre miserable y mendiga, ha de ser el triunfo del comunismo y la ruina del principio de propiedad (…). Escójase, pues, entre la permanente falsificación del sufragio universal o su supresión si no se quiere tener que elegir entre la existencia y la desaparición de la propiedad (…). Cuando las minorías inteligentes, que serán siempre las minorías propietarias, encuentren que es imposible mantener la igualdad de derechos con ellos a la muchedumbre; cuando vea que la muchedumbre se prevalece de los derechos políticos que se han dado (…) buscarán dondequiera la dictadura y la encontrarán
El texto lo traigo a colación por la incompatibilidad entre la defensa de los intereses de la "minoría propietaria" y la "muchedumbre"; además las cuatro últimas líneas me llevan a pensar en 1936, y fueron pronunciadas casi medio siglo antes, esbozando el paso natural (e histórico) que la burguesía liberal del s.XIX daría al fascismo tras la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa.
Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un grado de democracia social, en el que la clase obrera (sólo) europea lograron un nivel de influencia social única, pero al mismo se buscaron vías de control desde la élite, como los tribunales constitucionales.
Sin embargo, en los últimos 25 años hemos asistido -aunque en Europa occidental no han habido formalmente ningún cambio de régimen- a un vaciado de esas democracias sociales a través de la aplicación de las políticas del Tratado de Maastricht, que en la práctica ceden toda la política económica -y con ella buena parte de la soberanía de los países- al mercado o a estructuras supranacionales regidas por principios neoliberales. Ya no hace falta restablecer el sufragio censitario, simplemente no hay soberanía.
 En los últimos años la defensa de los intereses de las élites europeas, simbolizadas por el euro, han llevado a las políticas de austeridad que han empobrecido a la clase trabajadora (o si lo prefieren capas populares) de las sociedades europeas. El ejemplo de esto ha sido desde hace cinco años Grecia. Y en Grecia el pueblo ha optado hace unos meses por entregar el gobierno a Syriza (una coalición de diversos partidos de tradición comunista y socialista), quienes desde esa soberanía limitada han tratado de enfrentarse a la Troika como defensora de los intereses del mercado. El anuncio por parte de Tsipras del referéndum con su discurso del 27 de junio es el último capítulo de esa lucha entre democracia y liberalismo, no ya porque el propio texto así lo afirme, sino por el nerviosismo que desde Bruselas ha generado la posibilidad de que el pueblo de Leónidas y Pericles no someta su democracia al imperio.


DIMENSIÓN GEOPOLÍTICA


La última semana tiene una dimensión geopolítica, no cabe olvidar que la semana que ha terminado con la convocatoria de referéndum en Grecia, comenzó con la visita de Tsipras a Rusia, desde donde lanzó un ataque a la Unión Europea, situando ahí y no en Grecia "el problema". Por su parte, recibió el guiño de Putin de ayuda rusa si no había acuerdo con la Unión Europea.
Desde que el gobierno del Kaiser puso un tren a disposición de Lenin para llevarlo a Petrogrado las luchas populares han tenido una dimensión geopolítica que no hay que olvidar. Y esta segunda década del siglo XXI está siendo tremendamente geopolítica.
El economista Samir Amin habla de Triada para referirse a la alianza de EEUU-Unión Europea-Japón. Pero esa Triada, dueña de las estructuras multilaterales -FMI, Banco Mundia, OCDE, G7, OMC, etc.- está teniendo que hacer frente a la aparición de otro bloque; los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), construido sobre el eje Moscú (potencia militar y geopolítica tradicional) Beijing (potencia económica emergente), que especialmente desde la crisis ucraniana han fortalecido aún más los lazos entre ambos países. Al bloque los BRICS hay que sumarles potencias regionales como Venezuela y los países del ALBA, e incluso Irán en Oriente Medio.
En este contexto el actual escenario griego se suma en esa partida, en la que el pueblo griego tendrá posibilidades de enfrentrarse a una Unión Europea (encabezada por Alemania) gracias a un posible respaldo de los BRICS, especialmente  de Rusia, quién (ya sea con zares, con soviets o con Putin), en su histórica lucha con el "mundo germánico" y anglosajón ha tenido siempre puesta especial atención en el área balcánica.

LOS SÍMBOLOS DE TSIPRAS

Un elemento que me llama la atención de Alexis Tsipras es los guiños simbólicos a la propia histórica griega. Mientras algunos tratan de construir una iconoclastia en España, el primer ministro griego realiza gestos de un alto grado de simbolismo.
Tras jurar su cargo, hace unos meses, su primer acto fue rendir homenaje a los comunistas griegos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial... ¿simple acto de reconocimento al pasado de su partido o algo más?; al fin y al cabo, el inicio del mandato de este comunista griego (en ese país hay dos familias comunistas; Syriza y KKE), cuyo mandato es enfrentarse a los intereses de la banca alemana, lo hizo rindiendo homenaje a los camaradas que defendieron su país (a la clase obrera de su país) frente al imperialismo del III Reich alemán. No está mal.
Pero  en la última visita a Rusia, días antes de la convocatoria del referéndum realizó un homenaje a Ioanis Kapodistrias, primer presidente griego en 1828, pero que antes había sido representante ruso en el Congreso de Viena (1815) conteniendo las aspiraciones del germánico imperio austriaco.

Seguiremos atentos al curso de los acontecimientos en Grecia.

#YoVoyConGrecia

Publicado en LaRepublica.es

lunes, 1 de junio de 2015

Una mirada a la historia para el futuro: Frente Popular

En último año, desde la Europeas, se ha puesto de "moda" el hablar de convergencia y de candidaturas de unidad popular o de frente popular. Tras las elecciones municipales de hace una semana, y el éxito relativo (salvo Barcelona, en ningún lugar han sido estas coaliciones la primera fuerza política).
Hay quienes se están lanzando a apostar para las generales a la necesidad de candidaturas de unidad popular, pero cabe hacerse varias preguntas; ¿Qué es unidad popular? ¿Por qué esas candidaturas? ¿Qué condiciones han de reunir esas candidaturas y que costo? ¿Para qué dichas candidaturas?.
He de reconocer que no me gusta el término unidad popular, que tiene una resonancia al Chile de Allende, y creo que aquel fue un proceso tan interesante y tan profundo que no se corresponde realmente con lo que hoy se está hablando en España. Si por unidad popular entendemos una coalición de organizaciones tenemos un antecedente en nuestra historia que es más comprensible como es el Frente Popular de 1936. Ya retomaremos esta idea.

Pero creo que se está cometiendo un error crucial en el último año; desde las elecciones Europeas, en la que Izquierda Unida pasó de 1 a 6 eurodiputados (algo de lo que ya casi nadie de acuerda) y la irrupción de Podemos con 5 eurodiputados (algo que sí se ha recordado de forma permanente en los mass media), han situado la solución de los problemas del país en la vía electoral, y se ha producido un abandono de la movilización social que había sido la gran protagonista en los años anteriores. En el caso hipotético de un gobierno no bipartidista no se podría llevar una política antitroika si no hay músculo en la calle; sin una movilización no hay poder popular que se enfrente al poder del mercado y la élite española.

Cuando se habla de unidad popular el gran olvidado es el poder popular. Valga un ejemplo; hace casi un año el Frente Cívico hizo un llamamiento a crear un contra poder. El propio Frente Cívico cometió el error -si de verdad el interés era crear un contrapoder ciudadano- de introducir en el debate la creación de una candidatura a la municipales; aquel proceso adoptó desde el minuto uno una deriva electoral que terminó por generar la ruptura del conglomerado que fuimos convocados a la primera reunión en julio. Las consecuencias han sido que en las elecciones municipales han habido dos proyectos que participaron en aquella reunión en el Rey Heredia; de un lado una Izquierda Unida más militante y  más marxista en décadas, que ha aguantado el tipo (mantiene los cuatro concejales que tenía) y por otro lado, una coalición encubierta de Podemos, Equo y Frente Cívico de Anguita que con un discurso ciudadanista, y bajo la formula jurídica de agrupación de electores, han logrado también cuatro concejales. Parece obvio, que en Córdoba hay un número similar de personas (la diferencia de votantes es de seiscientos) que se sienten identificados con el discurso comunista clásico y otros con el posmodernismo ciudadanista.
¿Por qué se produjo la ruptura en noviembre? ¿Era realmente un debate meramente jurídico? A parte de cuestiones políticas como la Diputación y económicas de cara a la campaña, había una cuestión identitaria. La agrupación de electores era la culminación del ciudadanismo frente a la organización; para Podemos que al fin y al cabo responde a la misma lógica no supone gran daño, todo lo contrario ya que la hegemonía y referencia de ese discurso en el partido complutense; para personas a título individual que han participado de ese proceso el ciudadanismo es lo natural; y Equo tiene gran capacidad para adaptarse al medio. Sin embargo, para los que procedemos de la tradición comunista (es decir, del "¿Qué Hacer?" de Lenin) el Partido forma parte de nuestra identidad militante, y por lo tanto pedirnos, como en octubre-noviembre se hacía, en pedirnos que renunciáramos a nuestro Partido para ser ciudadanos era tanto que pedir dejaremos de ser nosotros: soy soy ciudadano (por cierto categoría política) en tanto comunista; y soy comunista en tanto que ciudadano. Por lo tanto, no estoy donde se me pide dejar de ser yo.
Dicho esto, y en perspectiva de futuro. Si se opta (aunque Podemos parece que ya ha anunciado que optarán por el camino solitario) por candidaturas de unidad popular. Ir a las generales, con Ley D'Hont y circunscripciones provinciales, supone muchas cosas pero desde luego no un avance para los que se han estado movilizando en la calle en estos años.
Ahora bien, pero si  se presenta una lista única no debe de hacerse desde la exclusión como ocurrió en  Córdoba en las municipales, si hay que ir en lista única que lo sean de Frente Popular.
El 15 de enero de 1936, el periódico El Socialista publicaba el programa del Frente Popular, coalición integrada por seis partidos y un sindicato, señalaban que "sin perjuicio de dejar a salvo los postulados de sus doctrinas, han llegado a comprometer un plan político común". Lo significativo de dicho documento es que se señalan los puntos de acuerdo (esencialmente la libertad para los presos políticos y la defensa de la República y las reformas sociales) pero también las discrepancias entre las distintas fuerzas.
Una gran lección que nos da la historia para el futuro inmediato; si lo que nos une es el rechazo a la reforma del artículo 135 y los recortes emanados de él; si lo que nos une es iniciar un proceso constituyente unámonos en torno a esos puntos sin que nadie tenga que renunciar a su programa de máximos. Si esto no ocurre se estará jugando a otra cosa.

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