Hace casi cinco años que
no escribo en el blog, no porque no hayan ocurrido cuestiones
interesantes en estos cuatro años, sino por otras circunstancias. Mi
ultima entrada fue reflexión electoral de las elecciones generales
del diciembre de 2015. Hoy haré algo parecido pero con una visión
más a larga duración.
Fuimos avocados a estas
elecciones de ayer por la falta de acuerdo entre el PSOE y Unidas
Podemos para llegar a un acuerdo tras elecciones que hubo en el mes
de abril. Podemos entrar en un debate sobre quién fue el responsable
si la intransigencia insomne de Pedro Sánchez a tener ministros de
Unidas Podemos o si la intransigencia y obsesión de Pablo Iglesias
en entrar (no él personalmente pero sí Unidas Podemos) en entrar en
el Consejo de Ministros. Fuera quién fuera el responsable según el
relato, se plantea en un fracaso de la izquierda en gobernar juntos
(en cualquiera de sus fórmulas), que se vuelve más dramático
porque ahora la extrema derecha está bastante más fuerte que en
abril y la suma de PSOE y Unidas Podemos es ahora menor que entonces
y, en consecuencia, la dependencia de los partidos
nacionalistas/regionalistas (se mete a todos en el mismo saco) se
hace más necesaria. Pero todo ello, en mi opinión y desde una
perspectiva histórica se quedan cortos.
ESPAÑOLES, EL RÉGIMEN DE LA
TRANSICIÓN HA MUERTO
El sistema surgido de la Transición se
fundamentó en un pacto entre sectores procedentes de la dictadura
(franquismo sociológico) y los sectores procedentes de los distintos
antifranquismos. Este pacto era la versión actualizada de los dos
proyectos que históricamente han confrontado en la España
contemporánea; el federalismo (procedente del partido democrático
del s.XIX, y que nada o poco tiene que ver con la cuestión
territorial y mucho con la democracia y los derechos sociales) y el
tradicionalismo (heredero del carlismo del s.XIX), defensor
básicamente de la religión y la monarquía y de un concepto de
España basado en la tradición.
La Guerra de España de los años
treinta fue el enfrentamiento entre los herederos del republicanismo
federal del s.XIX (el republicanismo, las tendencias del movimiento
obrero y los distintos regionalismos -el más importante el
catalanismo republicano-) agrupados en el Frente Popular y este de
hecho aliado a un partido de derechas y católico como el PNV, y una
coalición golpista, que basada en el catolicismo y la defensa de
(“su concepto de”) España, se habían sublevado contra el
gobierno de la República..
Aquella Guerra provocó el
establecimiento de una dictadura tradicionalista de carácter
fascista encabezada por Franco. En ese momento ese tradicionalismo lo
denominaremos franquismo. Pues esa dictadura entra en una crisis de
régimen en la primera mitad de los años setenta. Habrá un sector
amplio de ese franquismo que entendió que el régimen (como
instituciones) era insostenible y la democracia vendría a España.
En ese momento, ese sector decide encabezar el proceso en base a la
reforma de las instituciones franquistas para mantener los principios
del franquismo en España (franquismo sociológico) en vez de
quedarse en la represión y que sea la oposición (encabezada por el
PCE) quién trajera la democracia en España, con un componente
social que se llevaría por delante buena parte de los privilegios de
la oligarquía social que provocó y ganó la Guerra, y que
sustentaban la dictadura.
¿Qué tiene esto que ver con las
elecciones del domingo? Mucho. Aquella situación es la que explica
el pacto o pactos que llamamos Transición, y sobre los que se ha
sustentado el sistema político que hoy rige en España. Aquellos
pactos (de silencio y de la Moncloa -ambos en 1977-, Constitucional
-1978- y autonómico -1981-) eran vistos de dos formas bien
distintas; para el franquismo sociológico esos acuerdos son la meta,
el “non plus ultra”, unos acuerdos de máximos que no se pueden
pasar. Para los antifranquismos, sin embargo, era el punto de partida
para una España más democrática y social o territorial.
Este sistema funcionó con holgura
hasta 2010, en buena medida porque había dos partidos (PSOE y PP)
que integraban el antifranquismo y el franquismo sociológico (o
dicho en larga duración el federalismo y el tradicionalismo) en el
régimen político.
En 2010, entre mayo y junio se llegan a
varios límites del régimen; los recortes de Zapatero supone
convencer a un sector de su base social que el régimen político
estaba al servicio de la oligarquía, en consecuencia, no era una
democracia, por eso un año después surgió el movimiento Democracia
Real, Ya (el 15M), que pedían ir más allá de los límites de la
Transición. Posteriormente, se concretaría en la aparición de un
partido, Podemos, que recogería, junto al PCE e Izquierda Unida,
organizaciones que desde lustros atrás ya reclamaban una república,
esa necesidad de ir hacia una España más democrática y social.
En ese mismo mes de mayo de 2010, se
procesa al juez Baltasar Garzón por tratar de juzgar los crímenes
franquistas, que bien a mostrar otro de los límites de esta
democracia, y a reforzar lo que señalado en el párrafo anterior.
En junio de 2010, la sentencia del
Tribunal Constitucional sobre el estatuto de autonomía de Cataluña
suponía no sólo marcar el límite del sistema político sino la
ruptura del pacto constitucional. Como consecuencia de esto, y de la
ley de estabilidad presupuestaria, pondrá en marcha el llamado
“procés” para la independencia de Cataluña, a partir de 2014.
LAS CUATRO ELECCIONES
Toda esta situación termina por
producir una crisis política profunda en dónde se ponen encima de
la mesa tres vías de posible salidas;
- Superar los límites de la Transición. Sería la manifestación actual de esa visión del antifranquismo de mejorar las libertades conseguidas en la Transición; ante lo que supone en la práctica la necesidad de un proceso constituyente de forma explícita (Izquierda Unida y Podemos) o de una forma implícita (partido catalanistas).
- La vía reformista; modificar algunos aspectos del sistema político para mantenerlo, aquí nos encontramos al PSOE y a Ciudadanos.
- La vía continuista; representada por el PP que significaba no darse por aludido de las necesidades de cambio en la sociedad; mantener un sistema político u social. Es el heredero del “non plus ultra” del franquismo sociológico.
El PSOE es la organización sobre la
que pivota toda la crisis del régimen político. Su incapacidad por
mantener su papel histórico desde los años sesenta era la causa de
la crisis del régimen.
Recordemos qué ocurrió en aquellos
meses; Un PP que ganó las elecciones pero que no tenía aliados para
llegar al gobierno; un PSOE que decía que no daban números de un
acuerdo con Podemos e Izquierda Unida más los nacionalistas, pero
que, sin embargo, alcanzó un acuerdo programático con Ciudadanos, a
pesar de tener menos apoyos que un acuerdo con Podemos e Izquierda
Unida, y condenado al fracaso por la imposibilidad de ser aceptado
por los nacionalistas.
Si vemos todo esto, no en clave partido
sino en clave de salida de crisis; lo que nos encontramos es que la
salida continuista tenía 123 escaños; la vía reformista (con
acuerdo firmado) 131 escaños; la superadora de la Transición con 95
escaños pero no compacto sino con dos proyectos distintos, uno de
ámbito nacional y preocupado por la cuestión social y democrática
con 71 escaños (Podemos y sus confluencias e IU) y otro de 24 del
catalanismo y el nacionalismo vasco en sus distintas variantes.
En porcentaje de voto por orden de
apoyo sería el siguiente; Salida reformista tenía el 36% de los
votos; la salida superadora de la Transición tendría el 31%; de los
cuales el 24% sería la opción del cambio social representada por
Podemos e IU y el 7% del problema territorial.
Dicho de otra forma la sociedad
española estábamos divididos en tres tercios... Esta situación
provocó unas nuevas elecciones; en las que la salida continuista
salió reforzada electoral y políticamente. Si bien la situación
seguía bloqueada; la salida continuista, esto es el PP, obtenía 137
escaños y 33% de los votos; la salida reformista quedaba rota;
mientras Ciudadanos y Coalición Canaria (33 escaños y 13% de los
votos)optaron por respaldar la vía continuista; el PSOE (85 escaños
y 22% de los votos) se negó a abstenerse para permitir el gobierno
de Rajoy, llegándose a un golpe de estado interno en octubre de
aquel 2016. La salida rupturista social (Podemos e IU ahora aliadas
en Unidos Podemos) conseguía 71 escaños y el 21%. Mientras la
cuestión territorial tenía el 7% de los votos y 24 escaños; pero
este bloque se rompió al pactar el PNV con el PP.
En los meses después, y especialmente
un año después de la llegada de Rajoy al gobierno, el problema
catalán se recrudeció con la consulta del 1 de octubre, el discurso
del rey y la aplicación del 155. Quedaba palpable que la
Constitución tenía una salida propia a la crisis catalana, salvo la
propia aplicación del 155, que resultó ineficaz para resolver el
problema. Este tema fue arrastrando a Ciudadanos hacia unas tesis más
cercanas al continuismo que al reformismo, desdibujando su espacio.
Y así se llega a la sentencia de la
Gurtel y a la moción de censura. Un punto de inflexión histórico.
Por varios motivos. Los antifranquismos históricos se reagrupan en
una especie de resurrección del Frente Popular y del hilo federal
del que hablábamos anteriormente; y dónde se agrupan
ideológicamente socialistas, populismo político del 15M, el
comunismo, los catalanismos y los nacionalismos vascos; algunas
organizaciones como el PSOE, PCE, ERC y PNV ya formaron parte del
Frente Popular en su día. En la práctica todo el bloque rupturista
y un sector de reformismo (este contra su voluntad) se aliaban por
salud democrática (no permitir gobernar a un partido condenado
judicialmente), pero sin un proyecto único de país. Sobre esto
volveremos ahora después.
El reformismo quedaba roto, ya que
Ciudadanos, llamado a buscar entendimiento con el PSOE, fue la única
fuerza política que -llamando a la regeneración- se opuso a echar a
un partido condenado por corrupción.
Pero el continuismo se veía sometido a
una crisis, viendo como aparece una nueva salida a la crisis que la
involucionista. Es decir, sectores hasta ese momento situados en el
continuismo, que al ver el fracaso de esta vía, rompían con el
pacto constitucional y plantean una involución (por ejemplo el fin
de las autonomías) a un punto intermedio entre la dictadura
franquista y la democracia surgida de la Transición.
En resumen, un bloque rupturista, que
aunque con contradicciones internas y sin un proyecto común, busca
una salida superadora de la Transición; un nuevo pacto que
obviamente, en la vía de los hechos debería desembocar en un
proceso constituyente.
Pero esta vía queda obstaculizada, por
el reformismo del PSOE que no está dispuesto a atravesar el Rubicón
constitucional. Por otro lado, el reformismo de Ciudadanos en la
práctica se convierte en una prolongación del continuismo (o
incluso de la involución). El continuismo, refugio del franquismo
sociológico, ve a es este saltar hacia una salida de ruptura
constitucional por involución.
PSOE y Unida Podemos llegan a un
acuerdo programático, que no obstante necesitan el apoyo del bloque
nacionalista, que para apoyar quiere buscar una salida (esto es
superar la Constitución) para el problema catalán. Esto lleva a
unas elecciones en el mes de abril.
La salida reformista obtiene el 45% de
los votos y 183 escaños; la rupturista 23% (un 15% de la cuestión
social y un 8 del bloque territorial); un 17% del continuismo con 68
escaños y la salida involucionista con un 10% de los votos y 24
escaños.
He aquí la paradoja; aunque el
reformismo tendría mayoría absoluta la inercia generada (moción de
censura, problema catalán y clave antifascista de estas elecciones
tras los comicios andaluces) genera una brecha insalvable a esta
salida, ya que Ciudadanos (opuesto a la moción de censura, muy
polarizado en el tema catalán y aliado de la extrema derecha en
Andalucía) se escora hacia la derecha; mientras el PSOE recibe
muchos “votos útiles antifascistas” que procedentes desde la
izquierda votan para frenar a la extrema derecha y para un gobierno
de izquierdas. Dicho de otra forma; la salida reformista queda
imposibilitada por los izquierda/derecha y franquismo
sociológico/antifranquismo. La vía continuista queda imposibilitada
ante la realidad (el reforzamiento de su discurso le llevaría a las
tesis no constitucionalistas del involucionismo, pero cualquier vía
de diálogo les llevaría a reconocer la necesidad de reforma del
sistema político; esto es, a jugar el papel del reformistas). La
salida rupturista se encuentra en la misma tesitura que
anteriormente, una fortalece y utilidad para evitar el avance
institucional del franquismo sociológico en alianza con el
reformismo del PSOE, pero este bloquea cualquier superación de los
límites de la Transición, si en diciembre de 2018 fue la
inviabilidad de una negociación sobre Cataluña; en verano ha sido
la imposibilidad para el régimen que lleguen al gobierno opciones
anticapitalistas; esto es Unidas Podemos.
¿Y AHORA QUÉ PUEDE PASAR?
En las elecciones del domingo, está
situación se ha agravado.
Hoy la salida reformista (PSOE,
Ciudadanos, Más País y algunos regionalistas como los cántabros o
canarios, posiblemente el turulense) tienen el 38% de los votos y 137
escaños; la segunda salida en fortaleza es la rupturista (Unidas
Podemos y los distintos nacionalismos) con un 23% de los votos y 71
escaños. La salida continuista se sitúa en el 21% y 90 escaños, y
finalmente la involucionista con el 15% de los votos y 52 escaños.
En la salida reformista está en vía
muerta porque, no sólo ha reducido su apoyo, sino que tiene una
fractura insalvable como para hegemonizar la salida. El problema en
el rupturista es doble; no hay, nunca lo ha habido un proyecto
propio, y además se ha invertido la relación entre los dos bloques
que lo integran; si antes el bloque social (Podemos-IU) tenía más
peso que el territorial ahora se ha invertido. El continuista está
bloqueado; no puede moverse para ningún sitio sin dejar de ser lo
que es; le toca asumir un proceso de reforma o de involución, pero
su tren está en vía muerta.
Si en 2010 el PSOE empezó a tener la
incapacidad de seguir jugando su papel hoy los dos pilares del
régimen dentro del sistema de partidos (PSOE y PP) ya no están en
una situación de incapacidad sino de imposibilidad, porque el
régimen surgido de la Transición ya no es válido, y eso hace
inviable las vías reformistas y continuistas.
Resulta más
difícil saber qué va a ocurrir al corto plazo; si se llegará a un
acuerdo o si repetiremos elecciones; pues más allá de “pactómetros”
de la tele está la viabilidad de las distintas salidas a la crisis
de régimen.
Hay tres posibles vías de salida;
- Que el PSOE asumiese la posibilidad de una superación del sistema de la Transición a través de conformar un frente amplio democrático (una versión frentepopulista actualizada o la reactivación de las raíces federalistas comunes) en alianza con la mayor parte del bloque reformista (Más País, regionalismo cántabro, tal vez el turulense) y las tendencias rupturistas (Unidas Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, PdeCat)
- Que el PP cambie su rol (aunque le costase su inmolación política) y adopte el papel que ha tratado de jugar Ciudadanos y conforme junto al PSOE (con aliados de uno y otro) y proceso de reforma formal del Régimen.
- Que aparentemente nadie cambie su postura, probablemente en este proceso asistamos a algo que ya se ha producido en otras ocasiones en la historia de España y es la sustitución rápida de un partido en la derecha por otro; en este caso la inviabilidad del continuismo llevaría a la involución.
En cualquier caso, si la opción 1 se concretara no sería incompatible, aunque con matices, con la 3. El avance necesario más allá de 1978 por el camino republicano-federal, aunque sea mínimo, significará el resurgir requeté.
EPÍLOGO:
Este texto fue escrito el día 11 de
noviembre por la noche, ya madrugada del 12 en parte. En unas horas
se ha hecho público el preacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos de un
gobierno de coalición, producto, según las palabras de la ministra
de Defensa en funciones de la amenaza que supone el grupo de
diputados de la extrema derecha. Es pronto para conocer la evolución
que tendrá y si será el principio del escenario 1 propuesto, pero
habrá que estar atento al desarrollo del mismo.