Se cumplen 130 años de la muerte del filósofo, economista y revolucionario que nunca ha muerto. En los años 90, en pleno tsunami neoliberal, poseía una camiseta con el lema que sirve de título a este artículo, que me han pedido desde Diagonal. Hoy la vigencia del pensamiento de Karl Marx está fuera de toda duda, basta con leer la prensa para ver que plusvalía, ejército de reserva o lucha de clases están en nuestra realidad de 2013.
“Hay que aceptar trabajos aunque sea en Laponia”, José Luis Feito (CEOE).Esta frase fue pronunciada aún no hace dos años, generando cierta polémica por la aspiración que expresaba este dirigente empresarial. Pero lo realmente interesante es que, en definitiva, este portavoz de los empresarios españoles está expresando como deseo algo que Marx formuló en su día como “ejército de reserva” de parados.
Al fin y al cabo, lo que la CEOE expresa con esa frase es una fuerza de trabajo que haga sin rechistar (“aunque sea en Laponia”) lo que el capitalista necesite. Unos trabajadores disciplinados y sumisos por el terror a quedarse en paro, justo lo que el de Tréveris escribió en El Capital. No digamos nada sobre la cotidianidad de tantos trabajadores que “tragan” con lo que sea con tal de llevar un sueldo a su casa. El paro, o el miedo al paro, disciplina como lo expresó Karl Marx hace más de 14 décadas.
“Por supuesto que hay lucha de clases, y la vamos ganando los ricos”. Lo dijo Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo. En los años 90 los voceros del capitalismo, simbolizados en Francis Fukuyama, se lanzaron a enterrar, no ya al marxismo, sino a cualquier posibilidad de transformación de la sociedad. El “fin de la historia” de Fukuyama significaba el triunfo definitivo del capitalismo. Sin embargo, la historia no finalizó, y en 1999, sólo una década después de la tesis de Fukuyama, el capitalismo volvió a tener antítesis que lo cuestionaban; en Seattle, nacía el movimiento antiglobalización, en paralelo el proceso revolucionario venezolano trataba de construir una alternativa al neoliberalismo. En definitiva, ambas realidades no eran otra cosa que lucha de clases; el altermundialismo y el socialismo del siglo XXI son la representación de los de abajo; de los trabajadores del mundo frente a los “mercados”, careta nueva del capitalismo de siempre. Cuando en los últimos años las calles se llenan de Indignación, hablando del “99%” frente al 1% más rico, Karl Marx vive.
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