Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

sábado, 20 de octubre de 2012

Rajoy y el 14N o ¿cómo es posible que el discurso neoliberal y el fascista se parezcan tanto?


Veo las declaraciones hechas ayer por el presidente del gobierno sobre la convocatoria que los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, junto a múltiples organizaciones han convocado huelga general para el día 14 de noviembre, una huelga que es la primera huelga ibérica, y que puede convertirse en la primera huelga europea (A Portugal y España, podrían sumarse Grecia, Chipre o Italia, además de movilizaciones por toda Europa).

El presidente Rajoy ha dicho al respecto: “Sí me preocupa. Tienen derecho a convocarla. Yo no puedo compartir, creo que eso no ayuda en nada a España. No ayuda a resolver los problemas económicos, que es lo que está intentando hacer el Gobierno con sus decisiones. No ayuda para nada a la imagen de España. Creo que de lo que se trata ahora es de que todos vayamos juntos para conseguir un objetivo que es la recuperación de la economía. Sería la segunda huelga este año, la segunda huelga que se le hace a un gobierno que todavía no lleva de un año. Y por tanto no la puedo compartir, y no creo que sirve para resolver los problemas de los ciudadanos. Francamente creo que no sirve” 
El contenido de esas frases de Rajoy tienen muchos hilos en común con conceptos fascistas, especialmente dos; considerar que todos los españoles tenemos unos intereses comunes ("Ahora se trata de ir todos juntos para conseguir la recuperación de la economía" y que la lucha obrera daña a España ("No ayuda para nada a la imagen de España").
Estas afirmaciones que en octubre de 2012 hace Rajoy me recordaron automáticamente al discurso que en junio de 1936 realizaba José Calvo-Sotelo en el Congreso:
Frente a ese Estado estéril, yo levanto el concepto del Estado integrador, que administre la justicia económica y que pueda decir con plena autoridad: no más huelgas, no más lock-outs, no más intereses usurarios, no más fórmulas financieras de capitalismo abusivo, no más salarios de hambre, no más salarios políticos no ganados con un rendimiento afortunado, no más libertad anárquica, no más destrucción criminal contra la producción, que la producción nacional está por encima de todas las clases, de todos los partidos y de todos los intereses.
A este Estado le llaman muchos Estado fascista; pues si ese es el Estado fascista, yo, que participo de la idea de ese Estado, yo, que creo en él, me declaro fascista. (...)
España padece el fetichismo de la turbamulta, que no es el pueblo, sino que es la contrafigura caricaturesca del pueblo. Son muchos los que con énfasis salen por ahí gritando: «¡Somos los más!» Grito de tribu—pienso yo--; porque el de la civilización sólo daría derecho al énfasis cuando se pudiera gritar: «¡Somos los mejores!», y los mejores casi siempre son los menos. La turbamulta impera en la vida española (...)
¿Qué es la turbamulta? (…) la ley de la turbamulta es la ley de la minoría disfrazada con el ademán soez y vociferante, y eso es lo que está imperando ahora en España; toda la vida española en estas últimas semanas es un pugilato constante entre la horda y el individuo, entre la cantidad y la calidad, entre la apetencia material y los resortes espirituales, entre la avalancha brutal del número y el impulso selecto de la personificación jerárquica, sea cual fuere la virtud, la herencia, la propiedad, el trabajo, el mando; lo que fuere; la horda contra el individuo.
Es sorprendente (o tal vez no) el parecido que tiene las expresiones del fascista monárquico de 1936 (“que la producción nacional está por encima de todas las clases, de todos los partidos y de todos los intereses”) y la frase pronunciada por el líder del PP en 2012 ( “Ahora se trata de ir todos juntos para conseguir la recuperación de la economía”)
La oposición a las huelgas es mutua en ambos líderes del “¡No más huelgas!” dice Calvo-Sotelo al “No la puedo compartir (…) francamente creo que no sirve” del más moderado y demócrata formal Rajoy.
Sorprendente es cómo Calvo-Sotelo adelanta, hace más de tres cuartos de siglo, algunas de las ideas expresadas por Rajoy hace unas semanas: Rajoy decía a raíz de las protestas ciudadanas del 25-S: “Permítanme que yo haga aquí, en Nueva York, un reconocimiento a la mayoría de los españoles que no se manifiesta, que no salen en las portadas de la prensa y que no abre los telediarios. No se les ve, pero son la inmensa mayoría de los españoles.” . Por su lado el diputado fascista monárquico expresaba: “España padece el fetichismo de la turbamulta, que no es el pueblo, sino que es la contrafigura caricaturesca del pueblo. Son muchos los que con énfasis salen por ahí gritando: «¡Somos los más!» Grito de tribu—pienso yo--; porque el de la civilización sólo daría derecho al énfasis cuando se pudiera gritar: «¡Somos los mejores!», y los mejores casi siempre son los menos. La turbamulta impera en la vida española (...)
¿Qué es la turbamulta? (…) la ley de la turbamulta es la ley de la minoría disfrazada con el ademán soez y vociferante, y eso es lo que está imperando ahora en España”.
Además en esta misma frase, con tres cuartos de siglo de edad, aparece una concepción que hoy se repite también; la concepción paternalista del ““¡Somos los mejores!”, y los mejores casi siempre son los menos” vinculando estas ideas a la civilización y contraponiéndolo a la mayoría. Es una visión aristocrática, dónde una minoría sabe lo que hay que hacer aunque la mayoría no lo comprendamos y nos opongamos, y en ese caso -para nuestro bien- hay que imponernoslo, ya que no sabemos lo que nos conviene. Esa imposición que Calvo-Sotelo pedía al final de ese discurso en las Cortes explica los más de 140.000 asesinados por el fascismo en España.
Pero ese mismo discurso y práctica existe hoy en España; una minoría de políticos y economistas neoliberales “saben lo que tienen que hacer” sin pedir opinión a la ciudadanía; y cuando esta responde (estudiantes del IES Luis Vives, los mineros, el SAT y su “Marcha Obrera”, el 25S...) hay que imponerlo por la fuerza.
Demasiados parecidos en los discursos de la derecha de dos momentos distintos y tan lejanos.  

También publicado en larepublica.es