Datos personales

Nací en Córdoba. Mis compañeros de estudios en el Instituto Fidiana me llamaban Tovarich. Participé en las movilizaciones fidianeras reivindicando tener un edificio propio. Miembro de la Plataforma de Estudiantes de la JOC. Militante de la JOC (1996-2001). Presidente del Consejo de Estudiantes de Filosofía y Letras de la UCO en el curso 97/98. Militante del Partido Comunista de España desde 1997, del que he sido Secretario Provincial en Córdoba desde marzo de 2010 hasta noviembre de 2011. Director de cordobaroja.es

martes, 12 de noviembre de 2019

Sobre las elecciones del 10N de 2019


Hace casi cinco años que no escribo en el blog, no porque no hayan ocurrido cuestiones interesantes en estos cuatro años, sino por otras circunstancias. Mi ultima entrada fue reflexión electoral de las elecciones generales del diciembre de 2015. Hoy haré algo parecido pero con una visión más a larga duración.
Fuimos avocados a estas elecciones de ayer por la falta de acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos para llegar a un acuerdo tras elecciones que hubo en el mes de abril. Podemos entrar en un debate sobre quién fue el responsable si la intransigencia insomne de Pedro Sánchez a tener ministros de Unidas Podemos o si la intransigencia y obsesión de Pablo Iglesias en entrar (no él personalmente pero sí Unidas Podemos) en entrar en el Consejo de Ministros. Fuera quién fuera el responsable según el relato, se plantea en un fracaso de la izquierda en gobernar juntos (en cualquiera de sus fórmulas), que se vuelve más dramático porque ahora la extrema derecha está bastante más fuerte que en abril y la suma de PSOE y Unidas Podemos es ahora menor que entonces y, en consecuencia, la dependencia de los partidos nacionalistas/regionalistas (se mete a todos en el mismo saco) se hace más necesaria. Pero todo ello, en mi opinión y desde una perspectiva histórica se quedan cortos.
ESPAÑOLES, EL RÉGIMEN DE LA TRANSICIÓN HA MUERTO

El sistema surgido de la Transición se fundamentó en un pacto entre sectores procedentes de la dictadura (franquismo sociológico) y los sectores procedentes de los distintos antifranquismos. Este pacto era la versión actualizada de los dos proyectos que históricamente han confrontado en la España contemporánea; el federalismo (procedente del partido democrático del s.XIX, y que nada o poco tiene que ver con la cuestión territorial y mucho con la democracia y los derechos sociales) y el tradicionalismo (heredero del carlismo del s.XIX), defensor básicamente de la religión y la monarquía y de un concepto de España basado en la tradición.
La Guerra de España de los años treinta fue el enfrentamiento entre los herederos del republicanismo federal del s.XIX (el republicanismo, las tendencias del movimiento obrero y los distintos regionalismos -el más importante el catalanismo republicano-) agrupados en el Frente Popular y este de hecho aliado a un partido de derechas y católico como el PNV, y una coalición golpista, que basada en el catolicismo y la defensa de (“su concepto de”) España, se habían sublevado contra el gobierno de la República..
Aquella Guerra provocó el establecimiento de una dictadura tradicionalista de carácter fascista encabezada por Franco. En ese momento ese tradicionalismo lo denominaremos franquismo. Pues esa dictadura entra en una crisis de régimen en la primera mitad de los años setenta. Habrá un sector amplio de ese franquismo que entendió que el régimen (como instituciones) era insostenible y la democracia vendría a España. En ese momento, ese sector decide encabezar el proceso en base a la reforma de las instituciones franquistas para mantener los principios del franquismo en España (franquismo sociológico) en vez de quedarse en la represión y que sea la oposición (encabezada por el PCE) quién trajera la democracia en España, con un componente social que se llevaría por delante buena parte de los privilegios de la oligarquía social que provocó y ganó la Guerra, y que sustentaban la dictadura.

¿Qué tiene esto que ver con las elecciones del domingo? Mucho. Aquella situación es la que explica el pacto o pactos que llamamos Transición, y sobre los que se ha sustentado el sistema político que hoy rige en España. Aquellos pactos (de silencio y de la Moncloa -ambos en 1977-, Constitucional -1978- y autonómico -1981-) eran vistos de dos formas bien distintas; para el franquismo sociológico esos acuerdos son la meta, el “non plus ultra”, unos acuerdos de máximos que no se pueden pasar. Para los antifranquismos, sin embargo, era el punto de partida para una España más democrática y social o territorial.
Este sistema funcionó con holgura hasta 2010, en buena medida porque había dos partidos (PSOE y PP) que integraban el antifranquismo y el franquismo sociológico (o dicho en larga duración el federalismo y el tradicionalismo) en el régimen político.
En 2010, entre mayo y junio se llegan a varios límites del régimen; los recortes de Zapatero supone convencer a un sector de su base social que el régimen político estaba al servicio de la oligarquía, en consecuencia, no era una democracia, por eso un año después surgió el movimiento Democracia Real, Ya (el 15M), que pedían ir más allá de los límites de la Transición. Posteriormente, se concretaría en la aparición de un partido, Podemos, que recogería, junto al PCE e Izquierda Unida, organizaciones que desde lustros atrás ya reclamaban una república, esa necesidad de ir hacia una España más democrática y social.
En ese mismo mes de mayo de 2010, se procesa al juez Baltasar Garzón por tratar de juzgar los crímenes franquistas, que bien a mostrar otro de los límites de esta democracia, y a reforzar lo que señalado en el párrafo anterior.
En junio de 2010, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto de autonomía de Cataluña suponía no sólo marcar el límite del sistema político sino la ruptura del pacto constitucional. Como consecuencia de esto, y de la ley de estabilidad presupuestaria, pondrá en marcha el llamado “procés” para la independencia de Cataluña, a partir de 2014.
LAS CUATRO ELECCIONES

Toda esta situación termina por producir una crisis política profunda en dónde se ponen encima de la mesa tres vías de posible salidas;
  1. Superar los límites de la Transición. Sería la manifestación actual de esa visión del antifranquismo de mejorar las libertades conseguidas en la Transición; ante lo que supone en la práctica la necesidad de un proceso constituyente de forma explícita (Izquierda Unida y Podemos) o de una forma implícita (partido catalanistas).
  2. La vía reformista; modificar algunos aspectos del sistema político para mantenerlo, aquí nos encontramos al PSOE y a Ciudadanos.
  3. La vía continuista; representada por el PP que significaba no darse por aludido de las necesidades de cambio en la sociedad; mantener un sistema político u social. Es el heredero del “non plus ultra” del franquismo sociológico.
El PSOE es la organización sobre la que pivota toda la crisis del régimen político. Su incapacidad por mantener su papel histórico desde los años sesenta era la causa de la crisis del régimen.
Recordemos qué ocurrió en aquellos meses; Un PP que ganó las elecciones pero que no tenía aliados para llegar al gobierno; un PSOE que decía que no daban números de un acuerdo con Podemos e Izquierda Unida más los nacionalistas, pero que, sin embargo, alcanzó un acuerdo programático con Ciudadanos, a pesar de tener menos apoyos que un acuerdo con Podemos e Izquierda Unida, y condenado al fracaso por la imposibilidad de ser aceptado por los nacionalistas.
Si vemos todo esto, no en clave partido sino en clave de salida de crisis; lo que nos encontramos es que la salida continuista tenía 123 escaños; la vía reformista (con acuerdo firmado) 131 escaños; la superadora de la Transición con 95 escaños pero no compacto sino con dos proyectos distintos, uno de ámbito nacional y preocupado por la cuestión social y democrática con 71 escaños (Podemos y sus confluencias e IU) y otro de 24 del catalanismo y el nacionalismo vasco en sus distintas variantes.

En porcentaje de voto por orden de apoyo sería el siguiente; Salida reformista tenía el 36% de los votos; la salida superadora de la Transición tendría el 31%; de los cuales el 24% sería la opción del cambio social representada por Podemos e IU y el 7% del problema territorial.
Dicho de otra forma la sociedad española estábamos divididos en tres tercios... Esta situación provocó unas nuevas elecciones; en las que la salida continuista salió reforzada electoral y políticamente. Si bien la situación seguía bloqueada; la salida continuista, esto es el PP, obtenía 137 escaños y 33% de los votos; la salida reformista quedaba rota; mientras Ciudadanos y Coalición Canaria (33 escaños y 13% de los votos)optaron por respaldar la vía continuista; el PSOE (85 escaños y 22% de los votos) se negó a abstenerse para permitir el gobierno de Rajoy, llegándose a un golpe de estado interno en octubre de aquel 2016. La salida rupturista social (Podemos e IU ahora aliadas en Unidos Podemos) conseguía 71 escaños y el 21%. Mientras la cuestión territorial tenía el 7% de los votos y 24 escaños; pero este bloque se rompió al pactar el PNV con el PP.
En los meses después, y especialmente un año después de la llegada de Rajoy al gobierno, el problema catalán se recrudeció con la consulta del 1 de octubre, el discurso del rey y la aplicación del 155. Quedaba palpable que la Constitución tenía una salida propia a la crisis catalana, salvo la propia aplicación del 155, que resultó ineficaz para resolver el problema. Este tema fue arrastrando a Ciudadanos hacia unas tesis más cercanas al continuismo que al reformismo, desdibujando su espacio.
Y así se llega a la sentencia de la Gurtel y a la moción de censura. Un punto de inflexión histórico. Por varios motivos. Los antifranquismos históricos se reagrupan en una especie de resurrección del Frente Popular y del hilo federal del que hablábamos anteriormente; y dónde se agrupan ideológicamente socialistas, populismo político del 15M, el comunismo, los catalanismos y los nacionalismos vascos; algunas organizaciones como el PSOE, PCE, ERC y PNV ya formaron parte del Frente Popular en su día. En la práctica todo el bloque rupturista y un sector de reformismo (este contra su voluntad) se aliaban por salud democrática (no permitir gobernar a un partido condenado judicialmente), pero sin un proyecto único de país. Sobre esto volveremos ahora después.
El reformismo quedaba roto, ya que Ciudadanos, llamado a buscar entendimiento con el PSOE, fue la única fuerza política que -llamando a la regeneración- se opuso a echar a un partido condenado por corrupción.
Pero el continuismo se veía sometido a una crisis, viendo como aparece una nueva salida a la crisis que la involucionista. Es decir, sectores hasta ese momento situados en el continuismo, que al ver el fracaso de esta vía, rompían con el pacto constitucional y plantean una involución (por ejemplo el fin de las autonomías) a un punto intermedio entre la dictadura franquista y la democracia surgida de la Transición.
En resumen, un bloque rupturista, que aunque con contradicciones internas y sin un proyecto común, busca una salida superadora de la Transición; un nuevo pacto que obviamente, en la vía de los hechos debería desembocar en un proceso constituyente.
Pero esta vía queda obstaculizada, por el reformismo del PSOE que no está dispuesto a atravesar el Rubicón constitucional. Por otro lado, el reformismo de Ciudadanos en la práctica se convierte en una prolongación del continuismo (o incluso de la involución). El continuismo, refugio del franquismo sociológico, ve a es este saltar hacia una salida de ruptura constitucional por involución.
PSOE y Unida Podemos llegan a un acuerdo programático, que no obstante necesitan el apoyo del bloque nacionalista, que para apoyar quiere buscar una salida (esto es superar la Constitución) para el problema catalán. Esto lleva a unas elecciones en el mes de abril.
La salida reformista obtiene el 45% de los votos y 183 escaños; la rupturista 23% (un 15% de la cuestión social y un 8 del bloque territorial); un 17% del continuismo con 68 escaños y la salida involucionista con un 10% de los votos y 24 escaños.
He aquí la paradoja; aunque el reformismo tendría mayoría absoluta la inercia generada (moción de censura, problema catalán y clave antifascista de estas elecciones tras los comicios andaluces) genera una brecha insalvable a esta salida, ya que Ciudadanos (opuesto a la moción de censura, muy polarizado en el tema catalán y aliado de la extrema derecha en Andalucía) se escora hacia la derecha; mientras el PSOE recibe muchos “votos útiles antifascistas” que procedentes desde la izquierda votan para frenar a la extrema derecha y para un gobierno de izquierdas. Dicho de otra forma; la salida reformista queda imposibilitada por los izquierda/derecha y franquismo sociológico/antifranquismo. La vía continuista queda imposibilitada ante la realidad (el reforzamiento de su discurso le llevaría a las tesis no constitucionalistas del involucionismo, pero cualquier vía de diálogo les llevaría a reconocer la necesidad de reforma del sistema político; esto es, a jugar el papel del reformistas). La salida rupturista se encuentra en la misma tesitura que anteriormente, una fortalece y utilidad para evitar el avance institucional del franquismo sociológico en alianza con el reformismo del PSOE, pero este bloquea cualquier superación de los límites de la Transición, si en diciembre de 2018 fue la inviabilidad de una negociación sobre Cataluña; en verano ha sido la imposibilidad para el régimen que lleguen al gobierno opciones anticapitalistas; esto es Unidas Podemos.
¿Y AHORA QUÉ PUEDE PASAR?

En las elecciones del domingo, está situación se ha agravado.
Hoy la salida reformista (PSOE, Ciudadanos, Más País y algunos regionalistas como los cántabros o canarios, posiblemente el turulense) tienen el 38% de los votos y 137 escaños; la segunda salida en fortaleza es la rupturista (Unidas Podemos y los distintos nacionalismos) con un 23% de los votos y 71 escaños. La salida continuista se sitúa en el 21% y 90 escaños, y finalmente la involucionista con el 15% de los votos y 52 escaños.
En la salida reformista está en vía muerta porque, no sólo ha reducido su apoyo, sino que tiene una fractura insalvable como para hegemonizar la salida. El problema en el rupturista es doble; no hay, nunca lo ha habido un proyecto propio, y además se ha invertido la relación entre los dos bloques que lo integran; si antes el bloque social (Podemos-IU) tenía más peso que el territorial ahora se ha invertido. El continuista está bloqueado; no puede moverse para ningún sitio sin dejar de ser lo que es; le toca asumir un proceso de reforma o de involución, pero su tren está en vía muerta.
Si en 2010 el PSOE empezó a tener la incapacidad de seguir jugando su papel hoy los dos pilares del régimen dentro del sistema de partidos (PSOE y PP) ya no están en una situación de incapacidad sino de imposibilidad, porque el régimen surgido de la Transición ya no es válido, y eso hace inviable las vías reformistas y continuistas.
Resulta más difícil saber qué va a ocurrir al corto plazo; si se llegará a un acuerdo o si repetiremos elecciones; pues más allá de “pactómetros” de la tele está la viabilidad de las distintas salidas a la crisis de régimen.

Hay tres posibles vías de salida;
  1. Que el PSOE asumiese la posibilidad de una superación del sistema de la Transición a través de conformar un frente amplio democrático (una versión frentepopulista actualizada o la reactivación de las raíces federalistas comunes) en alianza con la mayor parte del bloque reformista (Más País, regionalismo cántabro, tal vez el turulense) y las tendencias rupturistas (Unidas Podemos, ERC, PNV, EH Bildu, PdeCat)
  2. Que el PP cambie su rol (aunque le costase su inmolación política) y adopte el papel que ha tratado de jugar Ciudadanos y conforme junto al PSOE (con aliados de uno y otro) y proceso de reforma formal del Régimen.
  3. Que aparentemente nadie cambie su postura, probablemente en este proceso asistamos a algo que ya se ha producido en otras ocasiones en la historia de España y es la sustitución rápida de un partido en la derecha por otro; en este caso la inviabilidad del continuismo llevaría a la involución.
En cualquier caso, si la opción 1 se concretara no sería incompatible, aunque con matices, con la 3. El avance necesario más allá de 1978 por el camino republicano-federal, aunque sea mínimo, significará el resurgir requeté. 

EPÍLOGO:

Este texto fue escrito el día 11 de noviembre por la noche, ya madrugada del 12 en parte. En unas horas se ha hecho público el preacuerdo entre PSOE y Unidas Podemos de un gobierno de coalición, producto, según las palabras de la ministra de Defensa en funciones de la amenaza que supone el grupo de diputados de la extrema derecha. Es pronto para conocer la evolución que tendrá y si será el principio del escenario 1 propuesto, pero habrá que estar atento al desarrollo del mismo.