Soy de una generación
que nacimos en la Transición y que durante nuestra infancia
ochentera recibimos en nuestras familias, en el colegio, en
todo nuestro contexto un enamoramiento de la sociedad española con
la Transición y el régimen (la llamada “La Democracia”) surgido
de ella, así como del papel que nos contaban que había tenido el
Rey en dicho proceso.
El
republicanismo fue olvidado en los ochenta, especialmente tras el
23F. En los noventa resurge, tras el famoso discurso de Julio Anguita
en 1996, un republicanismo icónico, de banderas. Hace diez años,
con protagonismo de mi generación, aparece lo que podríamos
denominar republicanismo crítico, en la medida que los jóvenes
veíamos que la ideal Democracia juancarlista tenía limitaciones.
Tal vez esto lo representa mejor que nada el empuje de los movimiento
memorialistas. Se tenía conciencia cada vez más que la Transición
había sido un cambio institucional para que siguiesen hegemonizando
la sociedad española los mismos sectores que durante la dictadura,
como señalan entre otros el economista Vicenç Navarro. Surgen
también algunos medios de comunicación digitales de militancia
republicana.
En la
medida que la actual crisis ha sido utilizada como excusa para
reformar la sociedad a la medida de los intereses de la oligarquía,
a través de lo que la periodista Naomi Klein llama “terapia de
choque”, el juancarlismo (el régimen surgido en 1978) ha ido
mostrando más sus límites como democracia. En este punto el
republicanismo se volvió propositivo. Cabe destacar en esta línea
la conferencia republicana del PCE de 2010, que planteaba una
propuesta de Tercera República que necesariamente debe de tener un
sentido social (el control democrático de la economía, la banca
pública, la reducción de la jornada laboral, la exigencia legal de
los derechos de trabajo, vivienda, salud o educación;) y democrático
(sistema electoral proporcional, elección y posibilidad de
revocación por la ciudadanía de todos los cargos públicos.
Desde
entonces -especialmente en el año que va desde el elefante a la
imputación- el deterioro del juancarlismo se está manifestando
hasta tal punto que voces, como Ansón, plantean un cambio en la
cúpulas dirigentes de los partidos dinásticos pero no en el trono,
y otros plantean lo contrario; la abdicación del monarca. Pero una u
otra salida no es sino repetir el modelo de la Transición, pues
supondrían cambiar algunas cosas para que lo esencial continuase.
Hoy
en Europa (y en el mundo occidental) estamos en un proceso en el que
la democracia surgida tras la Segunda Guerra Mundial está en
cuestión, así desde distintas perspectivas lo denuncian personas
tan dispares como politólogo Guy Hermet (quien habla de gobernanza)
o el cineasta Michael Moore (que lo hace de plutocracia).
Las llamadas políticas de ajuste suponen una reestructuración
social que genera la crisis de la democracia formal, y esta; o se
hace radicaliza o se hace oligárquica.
Esta
disyuntiva explica la recuperación en Portugal del verso “O
povo é quem mais ordena”
frente a la troika. Y en España esta situación se manifiesta en la
disyuntiva que podríamos definir como; plutocracia o república.
Es decir, o una democracia formal
al servicio de “los mercados” o un sistema con un empoderamiento
ciudadano permanente. Se trata, desde una perspectiva jacobina, de
establecer el poder ciudadano y la igualdad política sobre cualquier
otro criterio; sea el hereditario (la corona) o neoliberal (la
subordinación de la política a “los mercados”). En definitiva,
que el Pueblo tenga la capacidad de decidir sobre cualquier aspecto
que le afecte.
La ideal “La Democracia” que
nos contaban de niños está agotada; el juancarlismo representa cada
vez más los intereses del eufemismo “los mercados”. Es el
momento de un republicanismo que vaya más allá. Por ello,
recientemente en el Consejo Provincial de Izquierda Unida debatimos
sobre la necesidad de devolver al pueblo el poder en un proceso
constituyente, en el que la ciudadanía cree nuevas instituciones
empoderadas de pueblo, de donde surja un régimen social y
democrático que no puede ser sino republicano. Una democracia sólo
puede ser totalmente democrática si es República; una república
solo puede ser realmente republicana si el Pueblo es su protagonista
y beneficiario.
Miguel Ángel Peña Muñoz
exsecretario provincial del
Partido Comunista de Andalucía en Córdoba
Profesor de Geografía e Historia